El entorno social
Un último componente que debemos analizar de la organización escolar, desde la sociología, se refiere a la apertura de la escuela al medio social y a cómo afecta la red de personas de la comunidad conectadas con la escuela y la sociedad más amplia al clima de la escuela.
Sin duda, como señala Hallinan (1994), la sociedad en la que se halla la escuela define su sentido y valora la importancia de sus resultados.
Para un sector de esa sociedad, la escuela puede ser vista como un lugar para competir por riqueza, poder o prestigio.
Para otro, la escuela es la respuesta a las necesidades sociales de crecimiento y desarrollo.
Ambos sectores marcan objetivos y esperan resultados de la escuela como organización.
En relación a la red de personas en comunicación más o menos frecuente e intensa con la escuela, existen numerosos estudios que ponen de manifiesto que la organización de la comunidad tiene una fuerte influencia sobre el proceso de aprendizaje.
Como ejemplo encontramos, en el tema de las relaciones entre los padres y la escuela o en temas más puntuales como la política de los libros de texto, la implantación de programas de integración o de actividades deportivas.
En relación a la influencia familiar sobre la escuela, probablemente la más significativa de todas las del entorno, Tyler (1991: 227) se refiere como el currículum del hogar al bagaje que los alumnos traen de sus casas; a las motivaciones, expectativas, hábitos y problemas que subyacen e influyen en sus procesos de aprendizaje.
Entre otros factores, lo conforman: el tamaño familiar, el grado de lectura familiar, el tiempo empleado en ver la televisión, la atención que se presta a los deberes y a las faltas de asistencia a clase, la implicación parental en las decisiones escolares y los recursos familiares.
De alguna manera nos recuerda a una visión generalizada del concepto de capital cultural de la teoría de la reproducción cultural de Pierre Bourdieu, quien lo entiende como las actitudes, preferencias, conocimiento formal, costumbres, metas y credenciales, adquiridas en el pro ceso de socialización familiar y compartidas por determinados sectores sociales, que se emplean para la exclusión social. En ambos casos podemos entender la implicación del ámbito familiar en el clima y la organización escolar. Desde la teoría de redes se pone de manifiesto la importancia de la red de lazos de comunicación entre la escuela y la comunidad.
Finalmente, en relación a cómo se integran los diversos componentes del clima de la escuela y cómo afectan al proceso de aprendizaje, el estudio de la socióloga americana Jean Anyon (1999) arroja bastante luz sobre cómo y qué aprenden los estudiantes en la escuela, desde una concepción del aprendizaje como un proceso condicionado por la organización social de la escuela, su edificio y diversos espacios para las interacciones en su interior, la composición de su profesorado y su arraigo en el barrio y el centro, la composición del alumnado y la motivación de sus padres.
Todo ello considerado desde las perspectivas de los currículos manifiesto y oculto y sus efectos sobre el aprendizaje
Sin duda, como señala Hallinan (1994), la sociedad en la que se halla la escuela define su sentido y valora la importancia de sus resultados.
Para un sector de esa sociedad, la escuela puede ser vista como un lugar para competir por riqueza, poder o prestigio.
Para otro, la escuela es la respuesta a las necesidades sociales de crecimiento y desarrollo.
Ambos sectores marcan objetivos y esperan resultados de la escuela como organización.
En relación a la red de personas en comunicación más o menos frecuente e intensa con la escuela, existen numerosos estudios que ponen de manifiesto que la organización de la comunidad tiene una fuerte influencia sobre el proceso de aprendizaje.
Como ejemplo encontramos, en el tema de las relaciones entre los padres y la escuela o en temas más puntuales como la política de los libros de texto, la implantación de programas de integración o de actividades deportivas.
En relación a la influencia familiar sobre la escuela, probablemente la más significativa de todas las del entorno, Tyler (1991: 227) se refiere como el currículum del hogar al bagaje que los alumnos traen de sus casas; a las motivaciones, expectativas, hábitos y problemas que subyacen e influyen en sus procesos de aprendizaje.
Entre otros factores, lo conforman: el tamaño familiar, el grado de lectura familiar, el tiempo empleado en ver la televisión, la atención que se presta a los deberes y a las faltas de asistencia a clase, la implicación parental en las decisiones escolares y los recursos familiares.
De alguna manera nos recuerda a una visión generalizada del concepto de capital cultural de la teoría de la reproducción cultural de Pierre Bourdieu, quien lo entiende como las actitudes, preferencias, conocimiento formal, costumbres, metas y credenciales, adquiridas en el pro ceso de socialización familiar y compartidas por determinados sectores sociales, que se emplean para la exclusión social. En ambos casos podemos entender la implicación del ámbito familiar en el clima y la organización escolar. Desde la teoría de redes se pone de manifiesto la importancia de la red de lazos de comunicación entre la escuela y la comunidad.
Finalmente, en relación a cómo se integran los diversos componentes del clima de la escuela y cómo afectan al proceso de aprendizaje, el estudio de la socióloga americana Jean Anyon (1999) arroja bastante luz sobre cómo y qué aprenden los estudiantes en la escuela, desde una concepción del aprendizaje como un proceso condicionado por la organización social de la escuela, su edificio y diversos espacios para las interacciones en su interior, la composición de su profesorado y su arraigo en el barrio y el centro, la composición del alumnado y la motivación de sus padres.
Todo ello considerado desde las perspectivas de los currículos manifiesto y oculto y sus efectos sobre el aprendizaje