Sociología de la educación
Las cosas no son lo que parecen

Experiencias Innovadoras educativas

Que la educación necesita cambiar para adaptarse a las necesidades de aprendizaje de la sociedad actual, es un argumento que se repite a menudo.

Aunque no hay consenso acerca de la profundidad y la urgencia de los cambios necesarios, cada vez hay mayor acuerdo en que la trayectoria actual de los sistemas educativos no es capaz de hacer frente a los profundos desafíos que se plantean. La mejora del modelo educativo actual no satisface las necesidades de aprendizaje de los jóvenes del siglo XXI y, en todo caso, llevaría décadas resolver algunas situaciones; mucho más tiempo del que se pueden permitir los niños y jóvenes de hoy día.

El panorama es complejo. La actual crisis económica no facilita las cosas y los gobiernos se enfrentan al reto de transformar, con recortes presupuestarios, un sistema educativo construido en siglos anteriores. Además, los estudiantes están menos comprometidos con el aprendizaje que en décadas anteriores, como indican las tasas crecientes de abandono en todos los niveles. Hay un grupo mucho mayor de estudiantes que obtienen buenas calificaciones pero que están desencantados con la educación y no logran desarrollar un compromiso profundo con el aprendizaje (Price, 2010).


Esta situación genera preguntas que no se puede eludir: ¿las escuelas fomentan el desarrollo de aprendices comprometidos?, ¿debemos asumir que la asistencia a la escuela es un prerrequisito para aprender?, ¿qué otros entornos innovadores de aprendizaje puede haber?, ¿qué políticas, legislación, metodologías, recursos, etc. pueden contribuir a transformar el sistema educativo? ¿con qué objetivos y desde qué modelos se ha de hacer el cambio educativo?, ¿qué papel corresponde a los alumnos en la generación de nuevas ideas?, y por último ¿qué oportunidades educativas ofrecen los nuevos recursos y tecnologías digitales –sobre todo la tecnología móvil- que los estudiantes ya integran en su vida diaria?

“innovación”, que nos permite definirlo como “una serie de mecanismos y procesos más o menos deliberados por medio de los cuales se intenta introducir y promocionar ciertos cambios en las prácticas educativas en algún aspecto insatisfactorio de la enseñanza”

(González y Escudero, 1987). Por otro lado, se emplean como sinónimos de “innovación” términos como “renovación”, “reforma”, “mejora” y “transformación”, que tienen en común el énfasis en el cambio positivo, pero con diferentes connotaciones.

La educación como proceso de desarrollo personal y social, necesariamente ha de tener como referente principal el contexto en el que se inscribe, para adaptarse y transformarlo. Como señalara Tejada (2000), los cambios sociales, culturales y económicos inciden de forma determinante en los planteamientos educativos, y como tales, exigen modificaciones estructurales (sistemas educativos) y modificaciones en las propias prácticas, de las que no pueden aislarse los propios procesos de investigación y reflexión.

· Dimensión intencional, que se ocupa de las metas o propósitos que se formulan para las escuelas o las aulas. Más generales o específicas, su adecuación depende de múltiples consideraciones e ideologías. Se puede preguntar si son exitosas o, por el contrario, si tienen valor.

Dimensión estructural u organizativa, pues las «formas organizativas de las escuelas influyen sobre lo que los estudiantes aprenden» y los modos como los profesores enseñan. Aún cuando esta estructura, como "gramática básica", suele ser impasible a los cambios, es preciso incidir en ella (tiempos, espacios, funciones, papeles y modos de organización docente) para cualquier cambio. En este sentido, será la innovación en el gobierno y la gestión de los centros (González, 2011) la que da amparo, marco y apoyo a los procesos de enseñanza-aprendizaje, a la participación, a la interacción didáctica, a la construcción de sentido… Cuanto más capacidad y autonomía profesional e institucional, más fuerza tendrá el segundo y tercer nivel de concreción curricular, que es donde es más viable el desafío, la transgresión y la asunción de riesgo necesarias para la innovación educativa.

· Dimensión curricular, que en sentido restringido se centra en la calidad y valor de los contenidos de la enseñanza, su mejor estructuración y articulación.

· Dimensión pedagógica o didáctica, relativa a la mediación del currículum por el profesor a través de las interacciones de clase, medios, recursos y actividades que la escuela/aula proporciona a los alumnos.

: Dimensión evaluativa, referida tanto a los procesos de enseñanza–aprendizaje, como a juzgar el valor de la cualidad de un objeto, situación o proceso.


“Promover un diseño y desarrollo curricular basado en el centro significa ir construyendo en equipo los cambio a través de la reflexión y revisión conjunta sobre la propia práctica. Esta concepción del diseño y desarrollo curricular centrada en la escuela comporta una determinada concepción de los profesores como profesionales reflexivos que investigan y comparten conocimientos en sus contextos naturales de trabajo, y exige ir configurando el centro (con los recursos y apoyos necesarios) como comunidad de aprendizaje para los alumnos, los profesores y la propia escuela como institución” (Bolívar, 2010, p. 202)


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